Los ríos corresponden a corrientes continuas de aguas continentales, que fluyen por cauces hasta desembocar en un lago o en el mar. En su camino, forman una red ramificada, con un cauce principal que va aumentando su caudal a medida que avanza, por los aportes de esteros y quebradas que confluyen hacia el cauce principal.

La cantidad de agua que escurre por los ríos es el resultado de un balance hídrico que responde a la geomorfología y el clima local en la cuenca hidrográfica, cuyas componentes principales son la precipitación, la infiltración, el afloramiento, la evaporación y la evapotranspiración.

Figura 1: Red hídrica de la cuenca del río Maipo en la región Metropolitana. En rojo se indica el cauce principal.

En el caso particular de los ríos chilenos, existe una alta heterogeneidad en la morfología del cauce, como en la cantidad y calidad de las aguas, la que responde a la variabilidad geológica, geomorfóloga y climática que existe de norte a sur y de cordillera a mar. Por ejemplo, en la alta montaña los tramos de cabecera de los ríos se caracterizan por tener altas pendientes, lo que se traduce en una geomorfología de secuencias de cascadas-pozas o rápidos-pozas. En cambio, en la zona intermedia se tienen pendientes moderadas, por lo que el cauce es principalmente trenzado dominado por substrato grueso. Finalmente, en los tramos bajos con pendientes bajas, se tiene una morfología del tipo ondulante y llanuras de inundación bien definidas, con cauces dominados por substrato fino.

Figura 2: Río Loa ubicado entre las regiones de Tarapacá y Antofagasta. Nace en el volcán Miño, atraviesa el desierto de Atacama y desemboca en el Pacífico. Es el río más largo de Chile con 440 km de longitud. Oasis en medio del desierto.

Los ríos son ecosistemas fluviales dinámicos y complejos. Su dinámica está modulada por la interacción de las componentes físicas, químicas, hídricas y biológicas. Son sistemas altamente variables, cuyos recursos hídricos cambian estacionalmente a lo largo del año, y entre años húmedos, normales y secos. Las comunidades biológicas de los ríos responden a estos cambios, generándose una sucesión en las comunidades, que sigue a la variabilidad estacional e interanual de los caudales del río.

Figura 3: Estero Yerba Loca en Mapocho Alto, RM. Nace en el glaciar La Paloma (4.886 msnm) siguiendo su curso por un estrecho cajón de largo 22 km hasta juntarse con el estero La Leonera. Forma parte del Santuario de la Naturaleza Yerba Loca.

Estos ecosistemas fluviales se ven esporádicamente perturbados por cambios naturales; como son, crecidas, sequía, aludes, entre otros. Estas perturbaciones son esporádicas y forman parte de la dinámica del ecosistema natural. La real amenaza para el ecosistema fluvial es la perturbación antrópica que suele ser permanente en el tiempo, lo que genera cambios a veces irreversibles en el ecosistema fluvial.

Figura 3: Junta del río Blanco con el río Aysén en la región de Aysén. Patrimonio natural de Chile.

Es así como se hace fundamental que las intervenciones en ríos consideren la mantención del hábitat acuático. Las extracciones de aguas superficiales debieran garantizar la mantención de un caudal ecológico que escurra por el cauce y que permita mantener las condiciones de habitabilidad de la biota acuática, como bacterias, hongos, algas, macrófitas, invertebrados y peces, siendo éstos últimos los más afectados cuando se interviene un río.

Figura 5: Una política de manejo y gestión de los recursos hídricos, debiera considerar la mantención de la diversidad biológica de los ríos y sus servicios ecosistémicos.

Del mismo modo, los ríos prestan múltiples servicios ecosistémicos. Además de ser el hábitat de múltiples especies acuáticas, se ocupan como fuente de abastecimiento para agua potable y riego, para la navegación, la pesca y la generación de energía hidroeléctrica. Es así como se requiere, además del caudal ecológico, la mantención de un caudal ambiental que permita asegurar la disponibilidad de agua para los múltiples usos.

En este sentido, existe consenso que una política de manejo y gestión de los recursos hídricos, debiera considerar la mantención de la diversidad biológica de los ríos y sus servicios ecosistémicos; sin embargo, el establecimiento de requisitos de caudal ambiental para mantener los servicios ecosistémicos de los ríos, es uno de los problemas más polémicos que enfrentan los gobiernos en todo el mundo, incluído Chile.

Un enfoque ecosistémico para la gestión del régimen de caudal de los ríos, implica al menos considerar los siguientes pasos:

  1. Determinar la naturaleza física de todo el ecosistema fluvial en sus múltiples escalas, identificando los regímenes hidrodinámicos a lo largo del río y el hábitat con sus comunidades biológicas asociadas.
  2. Identificar los requerimientos hídricos para la mantención de los servicios ecosistémicos a lo largo de los distintos segmentos del río, incluidos los requerimientos hídricos en las aguas receptoras; como son, otros ríos y zonas de transición con lagos y océanos.
  3. Establecer requerimientos hídricos mínimos para los diferentes servicios ecosistémicos en los diferentes segmentos del río.
  4. Implementar sistemas de seguimiento y monitoreo ambiental, con parámetros cuantificables que permitan evaluar los objetivos de conservación del ecosistema fluvial.

Referencias:

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